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El Gobierno de Pedro Sánchez pretende reinstaurar el Impuesto de Patrimonio en Madrid y Andalucía por la puerta de atrás. ¿Cómo lo hará?

El nuevo impuesto a los ricos: en qué consiste y cuáles serán sus consecuencias

El Gobierno de Pedro Sánchez pretende reinstaurar el Impuesto de Patrimonio en Madrid y Andalucía por la puerta de atrás. ¿Cómo lo hará?

Los ciudadanos de Madrid y Andalucía optaron, en la última convocatoria electoral autonómica, por respaldar a aquellos partidos políticos que les prometían impuestos más bajos. A todos, pero también a los ricos. Puede que estuvieran equivocados o puede que no. Puede que sus servicios públicos vayan a sufrir las consecuencias o puede que sean más eficientes en su gasto. El debate está abierto. Pero parece un ejemplo de manual de las posibilidades que ofrece el Estado de las Autonomías que tanto defiende el Gobierno y sus aliados parlamentarios. Diferentes planteamientos políticos y diferentes decisiones de sus ciudadanos.

No en este caso. Si una región quiere montar embajadas en el extranjero, puede; si quiere imponer un modelo educativo inmersivo en el que el castellano tiene una presencia residual, puede; si quiere tensar la cuerda de la deslealtad institucional con el Gobierno central, puede; pero si la pretensión de un Ejecutivo autonómico es bajar impuestos, entonces algo hay que hacer. Por eso, para que Madrid o Andalucía no se escapen de la red fiscal ideada por María Jesús Montero, el Ministerio de Hacienda se ha sacado de la manga el Impuesto Temporal de Solidaridad de las Grandes Fortunas (ITSGF), una especie de nuevo Impuesto de Patrimonio dirigido especialmente contra las regiones díscolas. Bueno, no contra todas, porque al País Vasco y Navarra ya se les está diseñando un traje a medida para que también en esto puedan ser especiales. Porque hay que luchar contra el dumping fiscal autonómico, pero con un límite. En concreto, el límite que marcan las fronteras de la CAM.

Para explicar en qué consiste, más allá de esta discusión sobre por qué el mismo Gobierno que tan laxo es en otros asuntos interviene con tanta fiereza en cuestiones, fiscales, esta semana La Pizarra de Domingo Soriano está dedicada al nuevo tributo. ¿Cuánto recaudará? ¿Qué supone esos nuevos ingresos en el conjunto de la recaudación tributaria del Estado? ¿Qué consecuencias puede tener? ¿Este tipo de impuestos son habituales en otros países de Europa?

Nuria Richart y Domingo Soriano analizan el impuesto. Porque aquí hay dos discusiones: la primera, la de fondo, tiene que ver con la justicia o injusticia de la medida y con las posibilidades prácticas que ofrece. Aquí cada uno tendrá su opinión. Aquellos que miren el mundo con gafas socialdemócratas pensarán que es correcto y que es necesario que los ricos paguen más. Los más liberales, por su parte, argumentarán contra la posible fuga de grandes patrimonios, la injusticia de hacer pagar por activos que ya han abonado impuestos en el pasado o la dificultad de abonar un porcentaje de un patrimonio que en muchas ocasiones no es líquido.

Y luego está el segundo debate: el de un Estado de las Autonomías en el que jugamos con las cartas marcadas y con dos tipos de reglas. Para los nacionalistas, todas las competencias son pocas y el respeto a las mismas sacrosanto. Pero cuando los ciudadanos de una región no nacionalista optan por una alternativa política tan respetable como bajar impuestos, entonces vuelve el café para todos y el centralismo. Y hasta ERC utiliza argumentos que firmaría el más convencido de los jacobinos.

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