¿Se imaginan que las grandes empresas de hidrocarburos obtuvieran de manera gratuita el petróleo? Es más, ¿se imaginan que las grandes petroleras cobrasen por obtener los barriles de petróleo de los propietarios de los pozos de crudo? Imposible ¿verdad?
Bueno, pues algo parecido a este absurdo es lo que sucede con un negocio milmillonario que está alimentado, no sólo por su propio modelo, sino también por ingentes cantidades de dinero público: el negocio de las basuras.
Por centrarnos en un ejemplo que conocemos todos, en España pagamos tasas municipales por el servicio de recogida de basuras. Un servicio que, además, nos obliga en muchas ocasiones bajo amenaza de multa, a segregar los residuos según sean orgánicos, envases, vidrios, aceites, ropa, etc.
Lo segregamos en origen y lo depositamos en distintos contenedores que posteriormente son recogidos por los servicios municipales. Contenedores que no siempre están agrupados todos en el mismo sitio, lo que nos obliga a recorrer varias esquinas de la calle para depositar cada residuo en su sitio.
Posteriormente, los servicios municipales, con suerte, llevarán cada residuo a una planta de tratamiento. En el peor de los casos, verterán todos los contenedores en el mismo camión.
Al día siguiente, vuelta a empezar, pagamos impuestos, ocupamos nuestra vivienda con multitud de cubos para separar la basura y bajamos con cinco bolsas distintas para reciclar.
¿Qué sucede después?
Pues lo que sucede a partir de este momento es que un entramado empresarial público (un 20%) y privado (el 80% del sector) se dedica a tratar y procesar esos residuos y obtener productos alternativos que venden en el mercado, por ejemplo, compós, fertilizantes, plásticos, piensos para animales, e incluso gases industriales.
Se trata de una industria creciente que goza de unas ventajas extraordinarias: actualmente cuentan con financiación de los fondos para la transformación y la resiliencia, con un paquete aprobado este verano de 170 millones de euros extra, es un sector que crece a un ritmo medio del 5% en los últimos años y que sólo en España genera un volumen de negocio de 1.690 millones de euros, según datos de 2020.
En definitiva, que pagamos impuestos para regalarle la materia prima a una industria que hace pingües beneficios.
En España gigantes como Ecoembes, o Valoriza ocupan los primeros puestos. Pero esta tendencia es global. Tan jugoso es su volumen de negocio que fortunas como la de Bill Gates es propietaria del gigante de tratamiento de residuos del mundo, Republic Servicies. Pagamos impuestos por la basura y nos amenazan con multas si no reciclamos. Con nuestra basura ganan miles de millones.