El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha cumplido este fin de semana 70 años. Como regalo de cumpleaños, las Fuerzas Armadas ucranianas han atacado el puente de Crimea, la infraestructura que une esta península ucraniana, anexionada ilegalmente por Moscú en 2014, con el resto de la Rusia occidental. No hay otra forma de paso, más allá de las nuevas zonas ocupadas por el ejército ruso en el sur de Ucrania y que están en plena guerra.
Este puente fue terminado en 2018 y tiene una longitud de 18 kilómetros. Tiene una calzada doble en cada sentido de la circulación y una doble vía para trenes. Rusia lo ha venido utilizando para facilitar el acceso a Crimea tanto para la movilidad habitual de los ciudadanos como para facilitar el acceso a las áreas vacaciones en esta península anexionada ilegalmente. También para abastecer de los alimentos y los recursos que son necesarios para la vida diario de los habitantes de esta zona.
Desde el inicio de la invasión de Ucrania, los rusos han venido utilizando este puente para llevar recursos militares de todo tipo (soldados, armamento, comida…) a esta península, desde la que se iniciaron los ataques terrestres a Jersón y Zaporiyia y desde la que se abastece a los efectivos rusos que ahora ocupan estos territorios ucranianos. El ataque al puente dificulta ahora la logística de apoyo a los efectivos militares rusos que luchan en esta zona.
Rusia tendrá ahora que trabajar a contrarreloj para volver a alcanzar la operatividad máxima de esta infraestructura crítica. Algo que tiene que hacer en un momento, precisamente, en el que los militares ucranianos están consiguiendo avanzar en todos los frentes y en el que los rusos están perdiendo terreno casi cada día.