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En los últimos 4.000 años, numerosos políticos han intentado controlar los precios. Los resultados han sido muy parecidos: escasez y mercado negro.

Una pequeña lección de historia económica para Yolanda Díaz

En los últimos 4.000 años, numerosos políticos han intentado controlar los precios. Los resultados han sido muy parecidos: escasez y mercado negro.

"Topar" los precios. "Garantizar" una cesta de la compra básica a la ciudadanía. "Luchar contra la inflación"...

Yolanda Díaz es ministra de Trabajo pero también candidata (o eso parece) a las próximas elecciones generales, sean cuando sean. Y ya está en campaña. ¿Su propuesta más conocida? Poner precios máximos a una lista de la compra de "20-30 productos". Una idea con la que asegura que se lucharía contra la inflación que está reduciendo el poder adquisitivo de las familias españolas.

Así, a primera vista, suena obvio: que los precios suben mucho, impongamos una ley que los limite. ¡¡Cómo no se le había ocurrido antes a nadie!! El problema es que sí se le había ocurrido a alguien. De hecho, se le ha ocurrido a mucha gente a lo largo de la historia. Tenemos pruebas de que hace 4.000 años ya se fijaban precios en Babilonia (nos lo dice el Código de Hammurabi).

No sabemos cómo salió aquel intento, pero sí tenemos pruebas de cómo salieron muchos otros similares. Y no es necesario que viajemos a la URSS de Stalin ni a la Venezuela de Maduro: en la Roma imperial, en la Francia revolucionaria o en el EEUU de los años 70 también se intentó (entre otros muchos lugares y en diferentes épocas), siempre con los mismos resultados: escasez, acaparamiento de los consumidores, desabastecimiento, mercado negro...

Esta semana, en La Pizarra de Domingo Soriano, una mirada a la historia de los controles de precios. Nuria Richart y Domingo Soriano nos explican por qué dudan de esta idea y cómo consumidores y productores han reaccionado siempre igual. Porque la forma de imponer los controles o de anunciarlos puede cambiar, del papiro al BOE en formato digital... pero la naturaleza humana no lo hace. Por eso, todos deberíamos tener claro, también la ministra de Trabajo, que un precio es "una señal envuelta en un incentivo". Con los topes de precios, lo que hacemos es eliminar los dos elementos, la señal y el incentivo.

Estos son algunos de los enlaces a las lecturas citadas en el vídeo:

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