Con las manos en alto unos 250 soldados ucranianos salen de Mariúpol. Una rendición que Ucrania niega, pero lo cierto es que las tropas rusas están cada vez más cerca de hacerse con la ciudad portuaria. O, más bien, con lo poco que queda de ella. Cuando las bombas dan un respiro, recogen los cuerpos abandonados en la calle y los cargan en furgonetas para llevarlos a la morgue o los entierran, directamente, en medio de los parques.
Los que sobreviven lo hacen a duras penas esperando largas colas para recibir algo de comida o resignados a vivir y a nacer bajo tierra. Poco a poco, los residentes vuelven a Chernígov irreconocible por los restos de los combates. Todavía siguen encontrando cadáveres de civiles. También en Borodyanka. Muchos cuerpos están sepultados bajo los escombros. A su paso, las tropas rusas han dejado un nivel de destrucción abrumador.