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Libertad Digital visita la isla de La Palma para recoger los testimonios de los miles de afectados por la erupción del volcán surgido en Cumbre Vieja.

Libertad Digital en La Palma: "Necesitamos que pare este monstruo que tenemos ahí"

Libertad Digital visita la isla de La Palma para recoger los testimonios de los miles de afectados por la erupción del volcán surgido en Cumbre Vieja.

La cifra de desplazados a causa del volcán de La Palma se acerca a las diez mil personas. Desde el domingo 19 de septiembre un millar de casas han sido consumidas y enterradas por la lava. Libertad Digital acude a la isla en un momento en que los afectados, habitantes de los municipios de Los Llanos de Aridane, El Paso y Tazacorte, empiezan a despertar del shock e intentan digerir la cruda realidad, la magnitud del desastre. En definitiva, su nueva vida: otro techo, recoger comida y ropa donada cada día, hacer papeleo en el ayuntamiento, dar de baja la luz y esperar... Esperar a que pare. Pero nadie sabe cuándo lo hará. Tuvieron que dejar atrás no solo un terreno, una casa, pertenencias y recuerdos de toda una vida. Sin protocolo de despedida, han dicho adiós a su entorno, a sus vecinos y hasta al cementerio donde tienen enterrados sus muertos. "Era mi consuelo, subir cada tarde a charlar, así digo yo, con mi marido, fallecido hace un año", relata una mujer de unos 70 años.

"Te deja vacío", nos cuenta entre lágrimas Ana, que vive desde hace casi un mes aparcada en una calle cuesta arriba en su propia autocaravana. A las tres de la tarde de aquel fatídico domingo Ana vio desde su casa cómo la tierra se abría y empezaba a salir el humo blanco de los primeros momentos. "No encontraba ni la puerta de la cocina para entrar a coger las llaves de los coches", recuerda. Como la de Ana las historias se repiten. Salir corriendo con lo puesto porque no sabes a qué velocidad va a empezar a brotar la lava. Su vecina de autocaravana es una joven con dos niños, más un tercero de su suegra, que también está ahora con ellos. En total, viven seis personas en el vehículo. Ella agradece infinito la solidaridad porque "los niños iban mojados, estábamos en la piscina, y descalzos". Todo lo que tiene lo ha recogido en los dos pabellones deportivos que tiene un poco más abajo. Hasta allí va dos veces al día a recoger las bolsas con los menús de comida y cena.

Los niños siguen sin colegio. El aire es irrespirable por momentos y el polvo de roca lo cubre todo. ¿Protocolo covid con la ventanas abiertas o protocolo volcán con todo cerrado?

Cada día trae su afán. Una mujer viene a recoger ropa, recibe una llamada y le comunican su casa, que se salvó de la lava, acaba de venirse abajo por el peso de la ceniza. Desde hace algo más de una semana hay que ir al ayuntamiento a apuntarse en una lista para que la UME vaya a tu casa a quitar el polvo del tejado.

"Pasan por un duelo", nos explica Susana, psicóloga municipal. "Los hay que incluso con su casa todavía en pie ya no quieren volver. No reconocen su barrio. Desde la ventana ven un muro de lava de diez metros". Cada día, en un horario muy determinado y limitado, dejan pasar a los domicilios acompañados por miembros de seguridad y emergencia a ir retirando alguna cosa de los hogares.

La forma de vida de esta zona de La Palma es sencilla y rural. Parcelas en la falda de la montaña con varias casas bajas donde viven desde hace décadas familias enteras : abuelos, padres, hermanos, hijos. Ahora todos están repartidos por inmuebles prestados, alquilados, los menos en segundas viviendas y muchos acogidos por amigos y familiares. Una situación que también, después de un mes, se empieza a hacer insostenible.

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