Delirante secuencia en las calles de Castellar del Vallés, en la provincia de Barcelona. Un joven a bordo de una moto se salta el confinamiento y se pasea por las calles del municipio hasta que la policía local decide tomar cartas en el asunto e interceptar al motorista. Se le advierte de que está prohibido salir a la calle sin una causa justificada, tal como comprar productos de primera necesidad, ir a trabajar o a atender a un familiar mayor y se le insta a bajar de la moto.
Lejos de atender el requerimiento de los dos policías, provistos con mascarillas y guantes de goma, el joven planta cara, se viene arriba, tira al suelo el justificante de la multa y chulea a los policías con una actitud entre arrogante y agresiva. Los agentes tratan de hacerle entrar en razón y le advierten de las consecuencias de su comportamiento.
Todo es en vano hasta que uno de los policías se cansa, saca la porra y pide al joven que se apee del vehículo. Negativo. El tipo incluso insulta al policía, le dice que "mi padre te pega dos hostias que flipas" y le empuja. El último gesto colma la paciencia de los agentes, que se abalanzan sobre el individuo, lo lanzan al suelo y proceden a su detención. Una mujer desde un balcón afea a los agentes la dureza del procedimiento. Son necesarios dos policías más para inmovilizar al joven. Es una estampa del confinamiento por el Covid-19 y de las dificultades que a veces tienen los agentes con quienes consideran que el estado de alarma no les concierne.