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Benedetta Pilato, la niña prodigio de la natación mundial

Todo el mundo habla de la jovencísima italiana, de 14 años y seis meses, que se ha colgado la medalla de plata en los 50 braza de los Mundiales de Gwangju (Corea del Sur).  

Uñas pintadas de rosa chicle, pelo rizado, la mitad teñido de rubio, y cuerpo a medio hacer. Es Benedetta Pilato, italiana, catorce años, seis meses y diez días, la última niña prodigio de la natación mundial de la que todo el mundo habla después de colgarse la medalla de plata en los 50 braza.

Se quita el gorro, mira el tiempo y se abraza a Lilly King, que acaba de proclamarse campeona del mundo. Ha sido 16 centésimas más rápida que ella, pero a Benny le da igual.

Llora y no acaba de creérselo. Es la nadadora italiana más joven en debutar en un Mundial y lo ha hecho a lo grande. Comparte el podio con Lilly King y con Yuliya Efimova, una nadadora rusa que prácticamente le dobla en edad. "No me lo creo, estoy muy contenta, no puedo decir nada más. Estoy trabajando bien, tengo que pensar en el Mundial juvenil, pero quiero vivir este momento. Nunca había estado tan nerviosa antes de una carrera, debe ser normal", dijo tras ganar la plata.

Pilato no esperaba ganar una medalla, ni siquiera lo pensó cuando en la víspera batió el récord de Italia y bajó de los 30 segundos (29.98). Este domingo, con dos centésimas más, solo Lilly King la ganó.

Pilato nació en Tarento, allí donde empieza el tacón de la bota del dibujo de Italia. Llegó a Gwangju procedente de Kazán (Rusia), donde se había proclamado campeona europea júnior, y ya piensa en el Mundial juvenil. Nunca ha trabajado en una doble sesión, de hecho, no se entrena en Tarento sino en Pulsano, a 16 kilómetros de casa. Ni siquiera se entrena a diario, sino tres veces a la semana, y como mucho nada cinco kilómetros por sesión.

No tiene cuenta en las redes sociales, dice que no le gustan las discotecas y que su vida pasa entre la piscina y sus estudios de ciencias aplicadas en un instituto de Tarento, que este año ha completado con una media de 8,8. "Estudiar es mi prioridad", comenta. Afirma que en la pared de su habitación no hay pósters con ningún ídolo, pero reconoce que siempre se ha sentido atraída por los bracistas: "Son de una clase especial".

Empezó a nadar con cuatro años, se fijó en ella Vito d'Onghia y él sigue siendo su entrenador ahora. En los últimos meses, todo ha cambiado. En junio, Pilato batió el récord de Italia (30.13), en Gwangju aún lo ha rebajado quince centésimas más, un mundo para una prueba como la suya. "Es verdad que parece más grande lo que es. Pero bajo la exuberancia de una gran nadadora se esconde la fragilidad y la inseguridad de una niña de catorce años", advierte d'Onghia.

A Benedetta, a 'Benny' muchos la han descubierto en este Mundial. Entrenadores de diferentes países estudian esa técnica tan particular que la ha llevado a lo más alto, mientras, ella piensa en el próximo Mundial juvenil, d'Onghia en cómo alargar el éxito del 50 al 100 braza y el mundo de la natación espera expectante para que todo siga su curso.

Pilato es la última joya de un mundial en la que se han dado a conocer jóvenes valores, como la estadounidense Regan Smith (19 años, un oro y dos récords mundial), la australiana Ariarne Titmus (18 años, dos oros, una plata y una victoria sobre Katie Ledecky), la canadiense Margaret MacNeill (19 años, oro en los 100 mariposa) o el húngaro de 19 años Kristof Milak (oro y récord del mundo de los 200 mariposa, una plusmarca que estaba en poder de Michael Phelps).

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