Pero sin saberlo, Earl acaba de convertirse en un correo de drogas para un cártel mexicano.l lo hace tan bien, que su carga aumenta exponencialmente y se le asigna un controlador. Pero ese controlador no es el único que vigila a Earl. La nueva y misteriosa mula de la droga también ha llegado al radar de Colin Bates, un agente de la DEA. Y aunque sus problemas de dinero han desaparecido, los errores del pasado de Earl vuelven a la carga. No está claro si tendrá tiempo para corregir esos errores antes de que los agentes de la ley, o los sicarios del cártel, lo atrapen.