Leroy Sané marcó el segundo en posición legal, pero el árbitro español Mateu Lahoz anuló el tanto de manera incomprensible por un fuera de juego que no existió. Ni hubo falta, ni 'offside', y el Liverpool cogió aire justo antes del descanso.
Llegó entonces la expulsión de Guardiola, que mandó callar al colegiado y no terminó el partido. El de Sampedor tuvo que seguir el choque desde el palco y fue desde ahí donde vio el adiós de su equipo, que acabaría llevándose un repaso por parte de los Reds en la segunda mitad.