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Esta semana el análisis tecnológico de Libertad Digital muestra los detalles de la caja Streacom DB4.

Análisis del Streacom DB4: ¿el ordenador más bonito del mundo?

Esta semana el análisis tecnológico de Libertad Digital muestra los detalles de la caja Streacom DB4.

Al principio de los tiempos, es decir, los años 90, la forma más habitual de comprarse un PC –que por supuesto era de sobremesa, no portátil– era que te lo montaran en una tienda a partir de piezas de distintos fabricantes. Si sabías mucho las elegías tú, si no optabas por alguno de los modelos que ofrecían. Según las marcas fueron ofreciendo equipos más baratos y los portátiles empezaron a tener precios asequibles, esa costumbre se perdió y ahora sólo personas con necesidades un poco especiales o mero gusto por el cacharreo continúa con esa tradición. Y como habrán adivinado, yo soy de esos, así que les quiero enseñar la novedad más sorprendente de estos últimos años en ese mundillo: la caja Streacom DB4.

Lo esencial en un ordenador de sobremesa es la caja, que es donde va el procesador, la memoria, la tarjeta gráfica, etc. Hace ya años que los fabricantes especializados intentan hacerlas atractivas, pero nadie había ido tan lejos como Streacom, que es una empresa holandesa especializada en componentes para ordenadores silenciosos. Porque esa es la principal característica de un ordenador montado con esta caja: que no hace ruido al eliminar la necesidad de tener ventiladores. El procesador va unido a uno de los laterales, que ejerce de disipador. Así que tras unas horas funcionando ese lateral estará echando bombas. Cada lateral está hecho de aluminio y provoca que pese a ser una caja pequeñita el ordenador pese lo que no está en los escritos. Cada uno de los cuatro laterales es capaz de disipar 65 vatios térmicos, 260 en total. Incluye un kit para conectar la CPU con uno de los laterales, y por un extra podemos conectarlo a dos, de modo que en principio podemos meter en esta caja el procesador que nos dé la gana.

El tamaño de la caja implica que deberemos comprar una placa mini ITX, que es la placa estandarizada más pequeña: si queremos algo más pequeño deberemos optar por algo del estilo de un Intel NUC. La placa se monta en vertical, de modo que todas las conexiones estarán debajo. Esto hace bastante incómodo el proceso de conectar todo y casi te obliga a comprarte un hub USB. El diseño cuadrado de la caja, que la hace algo voluminosa, permite tener espacio de sobra para meter discos duros: caben hasta 5 de 3 pulgadas y media o 12 de 2 pulgadas y media. Streacom también ofrece un kit para incluir una unidad óptica que se situaría en la parte superior, pero a estas alturas parece más práctico tenerla externa para los dos veces que la usamos al año.

El principal problema de esta caja es que quizá no sea la más apropiada si te gusta jugar, porque en ese caso tendremos que montar una tarjeta gráfica, y podremos elegir entre muy pocas por tres factores: el tamaño, que deberá ser muy reducido, el calor que genera, que debería ser lo menos posible, y el consumo eléctrico, porque las fuentes de alimentación silenciosas no suelen dar demasiada energía y la placa base y el procesador ya consumen su parte. Este equipo, por ejemplo, incluye una fuente específica de Streacom capaz de generar 240W, y una tarjeta GeForce 1050 Ti. La caja no tiene ninguna apertura arriba, que es hacia donde se dirige el calor, tan sólo por debajo. Si montas, como es el caso, una gráfica con ventilador el lateral correspondiente absorberá parte del calor, pero el resto quedará casi todo atrapado dentro, lo cual es bastante peligroso para la salud y longevidad de los componentes. Streacom ha prometido lanzar en algún momento un kit para conectar el procesador de la tarjeta gráfica con uno de los laterales para que disipe el calor, como hacemos con la CPU, pero hasta entonces lo lógico sería no comprar esta caja o limitarnos a sesiones de juego no demasiado largas.

La Streacom DB4 con el kit básico para la CPU cuesta alrededor de los 300 euros y las fuentes de alimentación minúsculas que requiere también son algo más caras de lo normal, ésta en concreto cuesta unos 150. Obviamente, si no os enamoráis a primera vista de su diseño no os va a merecer la pena pagar ese extra. Pero si caéis, tendréis un ordenador completamente silencioso y que, para variar, querréis enseñar a las visitas en lugar de esconder. Y eso es algo tan sorprendente para quienes llevamos comprando PCs un cuarto de siglo que a muchos nos merece la pena.

 

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