A día de hoy, tres generaciones de la familia de Santiago se reúnen, durante un mes al año, alrededor de la mesa para extraer el oro rojo del interior de la flor, separando los pequeños filamentos de los pétalos violetas.
La provincia de Toledo es una de las más prolíficas en este cultivo vital para la región. El azafrán, más allá del rendimiento económico que se le pueda sacar representa algo todavía más profundo y arraigado a la personalidad del lugar. El azafrán es tan difícil de cultivar que el terreno donde se cultiva la flor se denomina como "suerte".