Sólo faltan días para conocer todos los detalles de las reformas. Estamos en tiempo de descuento con la reforma laboral y la reforma financiera. Y, por el momento, muchos globos sonda y pocas concreciones. Se habla de incentivar, de nuevo, el contrato indefinido, de despidos de 20 días y de 33. De entidades que sólo podrán acceder a dinero público si se encuentran en procesos de fusión, y que deberán elevar sus provisiones por el inmobiliario hasta, al menos, unos 50 mil millones de euros.
Pero falta el grueso, los detalles, conocer en qué se van a materializar los recortes y las exigencias. Aunque el Gobierno ya tiene claro que no van a gustar. Así lo hacía saber Mariano Rajoy en Bruselas en un pillado ante las cámaras: “La laboral me va a costar una huelga general (…) Ha sido un mes duro pero ahora viene lo más duro. Ahora vienen los asuntos más complicados. Es que nos dejan una herencia muy complicada con más de un 8% de déficit. Y las previsiones de crecimiento este año son muy malas”. Y “Vivo en el lío”, reconocía ante Artur Mas.
Más esperanzada, Fátima Báñez, ministra de Empleo, decía estar segura de que la reforma laboral contará con el apoyo de todos los ciudadanos. Por su parte, los sindicatos insisten en que aprobarla no va a servir para crear empleo.
España se asoma de nuevo a la recesión económica. En 2010 una de cada cuatro españoles estaba en riesgo de pobreza o exclusión social. Al menos, los precios caen. La inflación desciende hasta el 2% en enero. Y también cae el Euribor, por tercer mes consecutivo, aunque las hipotecas suscritas hace un año que se revisen con esta referencia no notarán la rebaja.
Y todo esto con una Europa inestable que necesita actuar y sigue reunida intentando tomar decisiones sobre el FROB, sobre los rescates y sobre el entender de su propio futuro.
Esta semana analizan la economía junto a Carmen Tomás, Fernando Cortés y Carlos Cuesta.