Situación sencillamente surrealista la vivida este domingo en la Copa inglesa (FA Cup) durante el partido de dieciseisavos de final que el Fulham y el Hull City han disputado en el londinense estadio de Craven Cottage (4-1).
Corría el minuto 86, con el marcador ya decidido, cuando el visitante Andrew Robertson fue derribado en el área por el central Tomas Kalas. El colegiado señaló penalti y el delantero uruguayo Abel Hernández asumió la responsabilidad desde los once metros.
El charrúa lanzó rematadamente mal: el portero cottager, Marcus Bettinelli, adivinó sus intenciones y desvió el balón, aunque el propio Hernández recogió el rechace y fue derribado en el área por Bettinelli. De nuevo penalti.
Una nueva oportunidad para el jugador uruguayo, que nuevamente lanzó desde los 11 metros... y otra vez lo hizo francamente mal. Todo Craven Cottage rugió para tratar de poner nervioso a Abel, y lo consiguió. El jugador de los Tigres tiró muy centrado y Bettinelli se lució con una nueva parada, evitando que el 4-2 subiera al marcador.
Todo ello en apenas un minuto para delirio de la afición cottager, cuyo equipo ha conseguido colarse entre los 16 mejores de la FA Cup.