"Conforme pasan las horas, ya ha pasado un día, del anuncio de la abdicación del Rey más crece, no la impresión, sino la fundada convicción de que todo ha sido lo más parecido a una espantá, es decir, que de pronto ha dicho ahí os quedáis. Yo me largo y ahí os quedáis porque menudo panorama y menudo regalito le dejo aquí al heredero.
Hoy ha dicho Mariano, que no dice ya una verdad ni por equivocación, que no ha sido nada improvisado. ¿Ah, no? ¿No ha sido improvisado? Y está la Reina camino de Nueva York, el príncipe en El Salvador, la infanta Elena en el Ecuador y la otra en Suiza esperando ir al banquillo o a la cárcel ¿y no ha sido improvisado? Y se entera Soraya cuando estaba en un desayuno con Ignacio González, y se entera el presidente cuando le llama el Rey, y está Felipe González que fuma en pipa porque no se lo habían comunicado. No ha sido improvisado, no, solamente ha sido súbito, espontáneo, rápido, es decir un ataque de pánico como suele decirse. ¿Pánico a qué?
O sea, todo lo que hay en España planteado, que es el principio de una situación de ruptura total del Estado y de la Nación. O sea, el Rey se va en vez de hacer frente y desgastarse, porque estas cosas desgastan, en un proceso que es detener el proceso de desmembración de España. Y se va con el dinero que haya ganado y le deja a su hijo un papelón de aúpa, con un gobierno desacreditado, con una oposición en descomposición y una extrema izquierda a la que el propio gobierno, para suscitar el voto del miedo, se ocupa de animar.
¿Por qué ayer dejaron que la puerta del Sol la tomaran ilegalmente unos manifestantes? Porque a Mariano Rajoy, por lo visto, le parece que cultivar a Pablito Iglesias al final le va a dar votos a él, a él, Mariano, porque lo que es al PP se lo cargan.
Esta larga despedida del Rey me parece que va a significar la despedida de muchas cosas, demasiadas cosas".