"Miles y miles de personas y además los tres cuerpos, los tres ejércitos y la Guardia Civil han acompañado la despedida de Suárez de Madrid, el teatro de su éxito, de su trayectoria y también de su tragedia. Va camino de Ávila a descansar definitivamente en esa catedral preciosa de su pueblo. Si nieva será un entierro perfecto.
Pero después de estos días de tanto hablarnos de consenso, de ver a los tres expresidentes, Aznar cada día más alto, entre Felipe y Zapatero, ¿qué queda de esto que ha sido una manifestación popular absolutamente imprevista? Estas decenas de miles de personas yendo a no se sabe muy bien a qué, a condolerse con el muerto y a acordarse de cuando España era España y tenía un proyecto ¿qué va a ser? Vamos a volver a lo de siempre, es decir, esta tarde el muerto al hoyo y el vivo al bollo a preparar las elecciones europeas, autonómicas, municipales. Se ha hablado mucho de sentido del Estado, pero aquí de Estado no hay nadie y de Nación menos. Son todos de partido y hasta de partida.
Yo pediría solamente por piedad con España que al gallo Margallo lo echen definitivamente del Gobierno de España a Nueva Zelanda, porque si hasta en Manila ha estropeado el entierro hay que llevarlo más lejos, y lo más lejos que hay de España es Nueva Zelanda. Ahí se hizo El Señor de los Anillos y hay unos valles solitarios, allí Margallo podía partir a la conquista de la Antártida y dejar de estorbar que es lo que ha hecho en este funeral.
Ojalá la clase política hubiera aprendido la lección de lo que la gente le ha pedido en este adiós emocionado y sorprendente a Suárez, pero vamos, eso no me lo creeré yo hasta que no lo vea, y no espero verlo, sinceramente".