Albert Boadella evocó con César Vidal sus comienzos y su visión de la España de los últimos años del franquismo: "Era una España tristona, pero empezaba a haber anticuerpos. Todo estaba por hacer y por eso era muy divertido". El momento, para Boadella, "no estaba mal desde el punto de vista de la juventud".
Els Joglars nació en ese momento por la "necesidad de hacer algo distinto" en teatro. Contó que no tuvieron grandes problemas para la censura y que el público "sentía una cierta atracción" hacia lo novedoso.
Recordó cómo a finales de los setenta una obra sobre la ejecución de Puig Antich le llevó a huir a Francia y cómo a principios de los ochenta comenzaron sus problemas con la clase política catalana. Su obra sobre Pujol, apuntó, "fue el principio del fin".
Su compañía quedó "marginada de la oficialidad cultural" y sólo sobrevivió gracias al público. De ello Boadella extrae que es "posible resistir frente al poder", pese a que desde el poder llegaban "ataques constantes" a través de los medios de comunicación. "Es muy estimulante para un artista", dijo.
El dramaturgo, que ahora dirige los Teatros del Canal en Madrid y que prepara la reposición de una de sus obras, consideró necesario "actuar como un anticuerpo en la sociedad, en la epidemia". Él se tuvo que terminar marchando de Cataluña porque se convirtió en "un muerto civil". Aún hoy, apunta, tiene que escuchar gritos de ‘facha’ si pasea por Barcelona. "Es enormemente desagradable. El ataque ha sido feroz" y se me ha considerado "el traidor nacional", lamentó.